Queridos haters,
no me importa cuál sea vuestra idiosincrasia, pues ya sabemos que tipos de haters hay muchos (los de postureo, porque mola ser malote; los indignados con la vida, porque si no se odia algo, no se siente uno vivo; los ofendiditos, porque cualquier chiste es susceptible de generar un odio hacia quien lo cuenta...), pero, sinceramente, ¿no tenéis nada mejor que hacer?
Hay gente que entramos a la(s) red(es) a desconectar de la vida cotidiana, que bastante llena de problemas y complicaciones está ya de por sí, y lo último que necesitamos es tener a un moscón detrás, recordándonos lo patéticos que somos, el ridículo que hacemos y lo indeseables que somos. ¿No tenéis vida propia para meteros en ella?
Que soy patético y hago el ridículo YA LO SÉ. Precisamente para eso tengo mi cuenta de tuiter. Para hacer el ridículo tanto cuanto me plazca, pues al fin y al cabo, para eso la uso. Para soltar todas las tontadas que me pasan por la cabeza. Para tratar de hacer sonreír a todo aquel/aquella que tenga dos dedos de frente y no se ofenda por cualquier chiste que se meta con su equipo/tierra/ideología/credo/loquesea...
Pero lo que jamás vais a conseguir que sienta es que soy un indeseable. Mucho más indeseable es aquel/aquella que, escondiéndose tras el anonimato de un avatar, de un comentario en un blog o de una cuenta impersonal se dedica a faltar al respeto a cualquiera que no comparta su opinión o su forma de ver las cosas, o simplemente, odiando al creador del chiste/opinión/whatever simplemente porque le han dicho de él barbaridades.
Para odiar a alguien, hay que conocerlo primero. Y, queridos haters, ninguno de los que me tenéis bloqueado sin haber cruzado una palabra jamás conmigo, ninguno de los que rajáis tropelías de mí, ninguno de los que vais acusando de noséqué/quéséyo tenéis la más puta idea de cómo soy, quién soy ni qué me gusta o me disgusta, así que no pretendáis que me ofenda por comentarios de gente que nunca ha pintado ni pintará nada en mi vida.
Que si necesitáis que os limpien vuestro culo escocidito, pedídselo a mamá, que yo no tengo tiempo que perder con prepúberes enfadaditos.
Con cariño,
Aitor Sorginak.
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