Antes de empezar a leer esto, quiero comprobar vuestra capacitación mental para ello. Es decir, si tenéis una tara mental similar a la mía, para que os resulte comprensible.
Vamos a hacer un ejercicio muy simple. Se trata de completar unas frases:
"Luke Skywalker entrenó duro para ser un caballero ..."
"Obi Wan quiso entrenar a Anakin, pero su propuesta fue rechazada por el consejo ..."
"Yoda completó la instrucción del joven Luke, enseñándole todos los secretos de los poderes ..."
"El retorno del ..."
¿Habéis contestado YEDAY en todas? No, ¿verdad? En la última habéis contestado YEDI. Y lo sabéis.
Eso os hace lo suficientemente tarados como para seguir leyendo. Es decir, al menos tan tarados como yo.
Os voy a contar entonces una historia basada en un hecho absolutamente falso que me acabo de inventar, como diría el Zarathustra.
Desde muy pequeño supe que no valía para estudiar. Lo supe, porque cada vez que mis padres iban a hablar con los profesores y les preguntaban: "¿Qué tal va Aitor en clase?", ellos respondían: "Es talento".
Mis padres volvían a casa orgullosos, pensando que yo iba a ser un auténtico artista, pero no habían comprendido que lo que realmente querían decir mis tutores es: "Está lento."
Así que pasé mi infancia y mi adolescencia viviendo en una mentira. Bueno, yo no, mis padres, que creían que yo iba a ser el nuevo Einstein. Pobrecicos. Mirad para lo que he quedado.
De joven comprendí que quería ganarme la vida con algo en lo que se trabajara poco y se ganara mucho. Así que me decanté por la música. (DECANTAR-MÚSICA, ¿lo pilláis? Bueno, da igual). Y como tengo las manos como un catálogo de pollas, comprendí que ni el piano ni la guitarra iban a ser lo mío. Así que decidí probar con la flauta dulce (menudo hijo de puta mentiroso el que le puso el nombre. Yo pensaba que iba a ser todo disfrute y nada más ponérmela en la boca descubrí que solo sabía a plástico, que de dulce nada).
Mi profesora era una mujer corriente, tan corriente que venía todos los días peinada como si hubiera metido los dedos en el enchufe. Solía llevar pamela y rebeca, y no, no eran sus hermanas, eran prendas que le daban la apariencia de haber salido de una película de Almodóvar. Siempre con esas faldas plisadas, plisadas por un camión y esos zapatos de ante. De ante de la guerra, supongo.
Pero nos trataba con cariño, para lo inútiles que éramos. George Lucas estuvo a punto de contratarnos, por nuestro espectacular sonido, para doblar a un coro de Wookies.
Fueron pasando los años, y me di cuenta de que la música tampoco iba a ser lo mío, así que tuve que replantearme mi vida. ¿Cómo trabajar poco y ganar mucho? Pensé en meterme a youtuber, pero me di cuenta de que aún me quedaba un mínimo de dignidad, así que abrí una cuenta en tuiter. "Hay gente que gana dinero con tuiter", me decían, "solo hay que escribir mongoladas que le gusten a la gente". Y yo pensé "mongoladas. Eso se me tiene que dar bien." Pero qué va, tampoco. Para triunfar en tuiter hay que, además de escribir mongoladas, caerle bien a la gente, y yo de la única manera que caigo bien, es desde un edificio alto. Tres dieces y dos nueves la última vez.
Así que abrí este blog, y nada, que tampoco me gano la vida, pero al menos, me estoy ahorrando una pasta en psiquiatras que te cagas. Y todo gracias a vosotros, queridos lectores.
Que ganar, no gano nada, pero tampoco gasto, y oiga, algo es algo.
Aitor, tu teoria del yedi y el yedai, se tendria que tratar como un axioma. Es una puta verdad evidente, y el que diga lo contrario, MIENTE.
ResponderEliminarEs así... joder, ¿por qué? ¿POR QUÉ?
EliminarAhora que tengo tiempo libre y soy tan mermao como tu. Hasta leo tu blog.
ResponderEliminarPues tienes trabajo atrasado XD
EliminarComo tu tantos y conocidos incluyéndome porsupuesto, no se si seremos mejores o más felices?? Pero tranquilos, mogollón. Salud.
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