Soy un disfuncional mental.
Dicen que tengo gracia, pero creo que alguien que tiene gracia puede ser gracioso constantemente, yo necesito pensar y repensar para soltar algún chiste medio en condiciones. Y no, no soy simpático. No soy en absoluto simpático. La gente que me conoce sabe que soy borde y desagradable, pero dicen que tengo un no sé qué que qué sé yo que hace que se me coja cariño. Quizá sean mis firmes convicciones y mi descarnada sinceridad.
Me gusta más un cubalibre de ron que a un tonto una presidencia del gobierno, y así me luce el pelo.
Soy vasco, concretamente bilbaíno, de lo cual podéis deducir que meriendo niños, pongo bombas en los coches y disfruto pegando tiros en la nuca a la gente. Y que odio a España, por eso vivo en Almería, después de haber pasado 8 años viviendo en Madrid, capital del estado opresor, y en la que conservo a mis mejores amigos.
Soy rojo, ateo y republicano. Y del Athletic. Muy del Athletic, oiga. Soy más del Athletic que las porterías de San Mamés.
Me gusta comer bien, beber mucho (bien o mal, lo decide la situación) y dormir más aún, aunque debido a mis actuales circunstancias de vida, lo practico menos de lo que quisiera. Me gusta más la noche que el día, la piscina que la playa, y, si de mí dependiera, me iría a vivir a la montaña, lejos de la humanidad, lejos de la gente, que es lo que hace que la vida dé más asco del que debería.
Tengo fe ciega en el amor, dudo de la amistad sincera y creo profundamente en la conveniencia, que es lo que une a las personas. Soy misántropo, sociópata y antisocial, pero me caéis bien, qué cojones.
Tengo más de lo que necesito para vivir, pero menos de lo que quisiera tener, aunque eso creo que es una condición sine qua non del ser humano.
Soy vago, muy vago. Pero no un vago corriente, de los que no les apetece hacer nada por no cansarse. No. Yo soy un vago auténtico, y para eso hay que valer. No todo el mundo es capaz de estar horas y horas sin hacer absolutamente nada productivo. Yo puedo. Pero, por desgracia, aún no pagan por ello, así que no soy practicante.
Soy un gilipollas de manual.
Tengo muy claro lo que me gusta, pero tengo más claro aún lo que no me gusta. No sé muy bien lo que quiero, pero sí lo que no quiero. Y mi lema en la vida lo heredé de mi abuelo: "Paso corto, vista larga y mala leche". Y en ello baso toda mi filosofía.
Odio por deporte. Odio por diversión. Odio porque me gusta odiar. Odio a cualquier persona que me cruce en la vida, y para todas ellas tengo un motivo plausible, si bien no racional, sí justificable desde mi desquiciada visión de la vida. Hay dos maneras de hacer las cosas: mal, o a mi manera. Y si tu manera no coincide con la mía, pensaré que la estás cagando.
Soy un puto tarado, pero paráos a pensar cómo debéis estar vosotros, que a pesar de todo esto, me leéis.
Soy muchas más cosas, pero esas hay que esforzarse en conocerlas, en descubrirlas.
Y eso, amigos, no se lo permito a cualquiera.
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