viernes, 19 de agosto de 2016

POR PALABRAS...

Abres los ojos para asomarte al mundo.
Demasiada luz.
Cierras los ojos.

Abres los ojos, esta vez con más cautela, para mirar el reloj.
Las 16:48h.
Cierras los ojos.

Abres los ojos sin recordar saber muy bien dónde tienes el norte, ni cómo coño has llegado hasta allí.
A tu lado, una palangana, llena de vaya usted a saber qué materia viscosa.
Cierras los ojos.

Abres los ojos intentando recuperar la verticalidad.
¿Resaca? Improbable, ¿no eras abstemio?
Cierras los ojos.

Abres los ojos y esta vez sí, te incorporas. Empiezas a otear tu alrededor y comprendes que esa es tu habitación, la de tu casa, la de toda la vida, pero sigues sin poder recordar ni cómo llegaste hasta ella, ni qué demonios pasó anoche. Flashes vienen a tu cabeza, imágenes confusas, vagos recuerdos, tan nublados que no sabes si pertenecen a tus vivencias de la noche anterior o a los delirantes sueños que probablemente te hayan asaltado durante la noche y la mañana (y parte de la tarde, maldita sea!)

Recuerdas tu cara, o lo que sería una sigourneyweaverización de tu cara (como en la película de Alien, con el bicho sacando los dientes junto a tu rostro) con el esternocleidomastoideo como una morcilla de Burgos. Pero, ¿qué pudo conducirte a ese estado?

Te metes bajo la alcachofa de la ducha para despejarte y las imágenes, antes desordenadas, empiezan a encajar como las piezas de un puzzle. Recuerdas fechas aparentemente desordenadas e incoherentes... 30/08/2016... 25/12/2016... ¿Qué mierda quieren decir?

Y entonces lo ves claro: Recuerdas la cara de Ana Pastor en la tele (la ministra, no la otra esa que se mola mucho a sí misma) anunciando que el debate para la sesión de investidura será celebrado el día 30 de agosto, pero que si Rajoy no sale investido, las elecciones (las terceras, amigos) serán celebradas el 25 de diciembre (fum, fum, fum) por la gracia de Dios y del PP. Y recuerdas que, tras el descojono inicial, las sensaciones fueron dos: Una, un revoltijo de estómago similar al que puedes sentir tras cepillarte sin compasión 4 kilos de brócoli, y la otra, la sensación de que te están introduciendo por vía rectal algo de mayor calibre que un plátano maduro. Sin cloroformo. A pelo. Y sin la menor delicadeza.

Quizá eso explique la palangana, y sobre todo, su contenido.

Si quisimos hacer la revolución contra una clase política que nos estafa y nos roba, esta, sin duda, es su contrarrevolución. ¿No queríais caldo? Pues tomad, siete tazas. Y ahora, volved a votarnos, que a nosotros ya nos va bien.

En fin, menos mal que siempre nos quedará el Athletic...


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